Carlos nos vino como caído del cielo, bueno de Noruega. El pasado miércoles dio una clase magistral en el Pérez de Ayala en el sentido literal de la palabra y regaló al centro 18 discos de disc-golf. Un lujo. Habla bajo y siempre sonríe. Por cierto el sábado en una competición distendida con el club Dis-golf de Oviedo, completé el campo con más pena que gloria.